martes, 1 de noviembre de 2016

El Vulgar Inglés

A lo largo del año siempre tenemos fechas en las que hemos de adquirir algún detalle, regalo para algún conocido o algún ser querido. Mi atareada vida apenas me permite un momento para dedicarle al blog, así ha estado expuesto cual desierto plagado de estepicursores, producto de la vida de esclavitud, que cuando concentra cuatro días de vacaciones hace que los lagrimones resbalen por las mejillas pensando en dormir 7-8 horas diarias y trabajar menos de 12...


Regresando al tema que ocupa esta entrada, la adquisición de regalos y la irremediable interacción social con esos seres que existen tras el mostrador de emblemáticos lugares tales como El Corte Inglés, o El Vulgar Inglés, nombre que representaría más toda la nueva plantilla que ha ido contratando esa maravilla de "superdotados" llamada RRHH...  Si bien antes recuerdo que los vendedores se desvivían por ir tras el cliente, quizás por la comisión, llamando señora o caballero al posible comprador, con cierta etiqueta, tablas y educación del que ciertas personas disfrutamos en un establecimiento comercial, ahora además de no ayudar y no tener ganas de vender, la educación ha quedado fuera de los requisitos... Así como Carrefour limpió su imagen intentando con esfuerzo desvincular el tipo de dependientas, que muchas películas de autor españolas han mostrado en las pantallas en su máximo de vulgaridad, además de su rediseño de espacios, parece que El Vulgar Inglés ha querido captar todo aquello que nos hace viajar en el tiempo a aquella superficie comercial llamada Pryca con baldas simples y productos mal apilados, contratando a este maravilloso estereotipo de dependienta, desde su versión más joven hasta la más madura. Así pues, si antes la señorita o la señora o el caballero del corte inglés te preguntaba educadamente si necesitabas ayuda, ahora una señora de cabello de tinte de bote, platino o negro, que masca chicle porque parece que le es imposible estar 8h sin algo dentro de la boca, te ignora por completo. He perdido la cuenta de las ocasiones que he dejado de comprar algo porque no había nadie que quisiera cobrar lo que tenía pensado comprar en las manos, otras en las que he presenciado escenas Dantescas que desprenden una falta de educación absoluta versus la corta edad de la dependienta, ya no sirve el discurso de "Oh, pobrecita, es que criándose en el polígono de padres de fuera no ha tenido oportunidad...", no, la susodicha ha tenido las mismas oportunidades que mis colegas o yo misma, reconozco que de una deficiente educación pública (y puedo decirlo alto y claro porque la he sufrido), pero las ha desperdiciado. De hecho, en la época de mis padres la gente ya tenía oportunidades en las ciudades, así que ese discurso no sirve, si es una mal educada, si es una grosera, si desprende vulgaridad desde la médula mascando el dichoso chicle, abriendo y cerrando la boca de tal forma que parece que tanto le daría estar en El Vulgar Inglés que en una gasolinera con algo dentro, es porque quiere. Así pues, doy las gracias a RRHH por darme la razón de nuevo demostrando su infinita inutilidad y capacidad para estropear las cosas, si ya el Corte Inglés iba en decadencia, RRHH lo ha terminado de rematar con esta nueva selección de dependientas transformándolo en "El Vulgar Inglés".

Sin embargo, otros establecimientos, imagino que también víctimas de la consultora de RRHH que les hace la selección, se han visto afectados. Es el caso de una famosa cadena de medias y bañadores que comenzó muy bien, pero que fue decantándose hacía el "horterismo" máximo con los bikinis lo cual provocó que sólo me desplazara allí para adquirir medias, un artículo que considero correcto. Siempre voy a la misma tienda, por lo que he podido saborear amargamente la decadencia del nivel del personal que contratan año tras año... Esta misma semana he visitado la tienda de medias, en uno de los centros comerciales más visitado por las familias de renta media-alta y que, recientemente, recibe un influjo de rentas bajas a causa de la apertura de una tienda de ropa de bajo coste, que parece haberse adaptado perfectamente a este nuevo influjo a diferencia del resto de tiendas. Y es bien sabido por el marketing que a ciertas clientas no las puede atender cierta dependienta, porque la dependienta y su forma de atender acaba formando parte del producto que se vende y justifica de alguna forma el precio. Bien, pues pude disfrutar cual espectador de un documental de Félix Rodríguez de la Fuente cómo aquel ecosistema de dependientas de fauna ibérica, dignas del Vulgar Inglés o del mercadillo, y no el de Palo Alto (lugar en el que se estafa a las pijas o en el que mucha gente parece tener un palo en algún orificio de su cuerpo a juzgar por esa cara de estirados y amargados pese a sus extensos ceros en positivo de la cuenta corriente en España o Suiza...), atacaban a la nueva miembro del equipo, posiblemente, refuerzo de Navidad. Semejante espectáculo digno de un aula de la ESO en el que la veterana abeja reina aplastaba y marcaba territorio frente a la nueva, que recibía una bronca por haber dejado una caja de metacrilato transparente llena de medias en el suelo para buscar mi talla. Luego la mandaron cruelmente al almacén a por otras medias de colección que le pedí, la encargada, la única que parecía acorde a los orígenes del centro comercial, fue incapaz de poner orden en aquel diminuto espacio, de alquiler desorbitado, entre las 5 dependientas, las 10 personas que se amontonaban haciendo cola, las cajas de medias y bolsas de devoluciones por el mini-mostrador y la música poligonera, fiel a la veterana, que sonaba a todo volumen. Estuve tentada de irme, de no comprar nada, por el espectáculo lamentable que estaba presenciando y por el agobio, pero para un día tranquilo que tenía para hacer compras de ropa básica (los que van muy ajetreados saben perfectamente que necesitan más de 30 piezas de ropa interior y recambios básicos como calcetines o medias para pasar 1 mes sin poner lavadoras, "just in case", porque no sabes cuándo se te va a complicar todo tanto que no vas a poder ni poner una lavadora o cuándo puede petar la lavadora y dejarte sin ropa limpia... Quien trabaja 12h diarias y sólo puede poner 1 lavadora a la semana sabe perfectamente de lo que hablo...). No sé cómo la encargada no ordenó que quitaran la música o reprendió a todas por su comportamiento, aquello parecía una verdulería. Estas no eran unas complejo de pretty woman, estas eran del perfil "El Vulgar Inglés".





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