Los especialistas, te ven una vez cada 3 o 6 meses, si tienes una mutua, puede que más frecuentemente, pero los médicos y farmacéuticos de familia pueden verte cada semana o incluso cada día. Sí, hay pacientes que van cada día a la farmacia, al igual que antes había ancianos que iban a pasar la tarde al ambulatorio más próximo. Salen, le cuentan las penas a alguien, en muchas ocasiones están más solos que la una, y el médico de familia y el farmacéutico de familia o comunitario, son los pilares fundamentales, uno con cita previa el otro con horario comercial y dependiendo del trabajo que haya. Si los psicólogos estuvieran haciendo su trabajo y no sembrando el mal y la desgracia en RRHH, quizás ellos también aparecerían en este post. Que no se me enfaden ni las enfermeras, ni los fisioterapeutas, ni los nutricionistas, ni los biomédicos.... ¡Es que a ellos todavía no les han puesto mote!
La verdadera trinchera de la sanidad se encuentra en la oficina de farmacia y en los centros de atención primaria y, aunque parezca mentira, uno de los principales trabajos de un buen farmacéutico es pelearse con el paciente para que no se automedique y vaya al médico. Uno de los principales problemas en la oficina de farmacia ha sido que los empleados no van identificados, dándose lugar al equívoco y al intrusismo profesional, en muchas ocasiones uno no sabe si lo atiende un dependiente sin formación alguna, un auxiliar de farmacia, un farmacéutico o un doctor en farmacia. Obviamente los profesionales saben distinguir pero la gente de a pie no. Todo el mundo en la farmacia debe estar identificado con su posición, desconfiad de la farmacia que no haga esto, porque significa que te dan gato por liebre: que dejan al auxiliar al cargo de la farmacia. Estos titulares (propietarios de farmacia que van por licencia igual que los estancos y los taxis) se merecerían la pérdida de la licencia de farmacia pero bueno... Que nos vamos por las ramas. Un farmacéutico siempre debe ir identificado con la placa obtenida en el colegio de farmacéuticos de su provincia donde aparece si es licenciado o doctor, su nombre y apellidos y el número de colegiado. Bien, pues ahí tenemos al paciente peleando por conseguir "X" medicación sin receta y al farmacéutico intentando inculcar algo de sensatez para que vaya al médico. ¿"Corta cupones"? En más de una ocasión el paciente que quería tomarse algo por su cuenta e ir a trabajar, vuelve con antibiótico, inhaladores y una baja de 15 días tras ser derivado a un hospital para una placa.
En el centro de atención primaria tenemos al médico de familia aguantando que los pacientes lo usen de secretario para que les haga recetas. El cómo los pacientes consiguen la medicación sin receta antes de ir al médico es algo muy sencillo, se lo dan en la farmacia, sólo que haya una farmacia que haga eso de forma rutinaria, ya la tenemos liada. No nos referimos a pacientes que han ido al especialista y necesitan iniciar un tratamiento antes de que le den visita para el médico de cabecera a que le haga la receta, cosa que me parece absurda, ocupar una hora de visita cuando en realidad es un puro trámite burocrático y así tenemos a los médicos, haciendo de secretarios en vez de médicos y luego cuando tienen que atender a un paciente sólo tienen 2 minutos, acaban desmotivados y sin ganas de seguir ejerciendo aunque peor estarían en el mostrador de la farmacia, porque aquello es la primera línea de la batalla y el ambulatorio.... queda un pelín más atrás. El paciente suele mostrar poco respeto por el farmacéutico, pero esto es un arma de doble filo, porque al no tener ningún tipo de respeto sueltan todas las verdades, algunas de un valor clínico muy importante. Ejemplo:
Va el señor de turno a la farmacia con una receta (prescripción) de un antihipertensivo de 80 mg, el farmacéutico la dispensa después de hacerle unas cuántas preguntas. El mismo señor vuelve a las dos semanas con una caja de 160 mg, el farmacéutico le ofrece a que se controle la tensión arterial en la farmacia (algunas no cobran, otras la voluntad y otras cobran hasta 1 o 2 euros) pero al paciente no parece importarle mucho que le hayan doblado la dosis. Llega al cabo de unas semanas con una caja de 320 mg y el paciente finalmente confiesa sin tapujos cuándo el farmacéutico no puede creer que con esa medicación no le haya bajado la tensión.
"Pero... ¿No le ha bajado la tensión?"
"No, no me baja."
"¿Se está tomando la medicación?"
"No, no me fío del médico y las dejo en la mesita de noche"
#SITUACIÓN REAL# que nunca se daría si tuvieran algo de respeto en la farmacia, porque el respeto es lo que hace a la gente comportarse y muchas veces mentir, no se atreven a decirle al médico a la cara que no se fían, al igual que tampoco se atreven a preguntar cosas que no entienden.
Y en vez de formar un equipo entre médico de familia y farmacéutico comunitario, lo que hay es trabas burocráticas que impiden la creación de una historia clínica compartida, una plataforma de comunicación médico-farmacéutico. El poder de la prescripción es algo sobrevalorado, la burbuja creada por la industria médico-farmacéutica, no se trata de quién prescribe, se trata de qué es lo mejor para el paciente, de tener su enfermedad controlada, de aclarar las dudas, de evitar reingresos, amputaciones... En el hospital no hay ni una sola prescripción que no sea validada/corregida por el servicio de farmacia hospitalaria, pero como están en un sótano nadie suele enterarse de su existencia.
El día a día de un enfermo es la farmacia y el médico de familia, no hay nada excitante como en las series de urgencias, pero sí que hay que tener una paciencia titánica y un don de gentes que no todo el mundo tiene. Porque un especialista, de lo que sea, de medicina o de farmacia, puede saber mucho, pero luego resulta que si el paciente no ha entendido nada de su enfermedad ni tampoco sabe usar los medicamentos, se produce un fracaso terapéutico, porque son las cosas más sencillas, las que están tan poco valoradas, las que suelen marcar la diferencia.
Ejemplo: se le prescribe a un anciano, sin cuidador, con artrosis en las manos unas cápsulas de inhalación. No va a tardar ni tres días en ir a la farmacia o al médico de familia a explicar que se le caen las cápsulas al suelo, que le cuesta ponerlas en el dispositivo o que no tiene fuerza para cerrar el aparato (perfora la cápsula) y que no puede hacer las inhalaciones. Este será el mejor de los casos, el peor de los casos será el anciano que por vergüenza u orgullo, no reconocerá que no puede usar el dispositivo y lo dejará en el lugar por excelencia de la medicación no usada "la mesita de noche".
Por eso os pido, cada vez que vayáis a un ambulatorio o a una oficina de farmacia, recordad, hay unos profesionales que aguantan día tras día el peso de los enfermos, que ambos son personas que han cursado mínimo una carrera de las largas, que muchos además tendrán másters y formación complementaria y, algunos, hasta les habrán quedado fuerzas para defender una tesis y ganarse el título de doctor en medicina o doctor en farmacia. Y, que si con toda esa formación, quieren estar en atención primaria o en oficina de farmacia, es porque son vocacionales y su único interés es vuestra salud.
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