domingo, 13 de diciembre de 2015

Pretty Woman Complex

Se acercan las fiestas saturnales, perdón, las fiestas capitalistas disfrazadas de cristiandad, en las que todo buen hijo desea hacerle un buen regalo a su madre, especialmente si ésta se desvive por él. Tarea que se complica si se trata de un hijo único sin mucha motivación para ir de compras por no decir, sin ganas de interacción social con seres de difícil comprensión. Pero para eso están los amigos y, especialmente, las amigas que con toda su buena voluntad deciden acompañarlo para ayudarlo en semejante tarea que más de un dependiente convierte en titánica.

Cualquier persona que hubiera entrado en la tienda, una de esas que está en la avenida dónde las marcas más lujosas adornan las fachadas, habría podido observar a un hombre con dos mujeres bebiendo copas de "champagne". Se las habían ofrecido después de efectuar una pequeña compra en la tienda en la que la dependienta había creído que se trataba de dos lagartas que le estaban sableando la cuenta bancaria a él (¿"el  ladrón piensa que todos son de su condición"?) y da por supuesto, aunque lo pronuncia para asegurarse, que no precisarán del tiquet regalo. Vaya cara se le queda cuando se le pide el tiquet regalo y descubre que no, que aquellas dos jóvenes no están haciendo que aquel hombre les pague las compras a lo Pretty Woman, sino que lo han acompañado para asesorarlo en la elección del regalo para su madre. También se queda boquiabierta cuando una de ellas resulta ser clienta de la tienda y por sus propios medios, no precisa de un trozo de carne con necesidad de asador para podérselo pagar. Lo mismo ocurre si van a un restaurante y una de ellas entrega la tarjeta de crédito para pagar la cuenta, se la devuelven a él pese a que un nombre femenino aparezca en ella (por no decir la foto), ¿es que todas tienen el complejo de Pretty Woman? ¿En pleno siglo XXI y aún no se concibe que ellas paguen? ¿Que un hombre no puede ir acompañado de dos mujeres sin previo pago?


Pero, damas y caballeros, que el documental acaba de comenzar... Aquí acabamos de nombrar simplemente cuatro prejuicios pero lo que vamos a relatar a continuación se trata de cómo la "lagarta" da caza a su "presa" (vídeo con música para ambientar).



Cuando se habla de caza se suele pensar en hombres, pero no, cuidado, Pretty Woman ha dado lugar a nuevas estrategias y algoritmos para las lagartas presentes en tantos ambientes, lugares y estratos sociales (la lagarta no entiende de clases, aunque las más adineradas no tienen el complejo de Pretty Woman, ese sabemos que es para las pobres). 

Y ahí tenemos a las dos chonis de turno, arregladas, porque trabajan en una famosa marca de pulseras por piezas, pero dejando ver su inconfundible esencia con sus formas y gustos, algo de lo que están muy orgullosas y se valora en sus ambientes (hay quien es choni y hay quien no lo es, no me meto con la estética, me limito a describir la escena como espectador de documental). Las dependientas están bien entrenadas para sacarse los productos con más stock y los de temporada, detrás del pequeño mostrador no alcazan a ver la bolsa de la tienda de lujo en la que antes ha comprado nuestro protagonista, y se dedican a atosigarlo para que compre lo primero que le enseñan y se marche rápido. De momento, este hombre no es una presa digna para la lagarta que los atiende. Después de un buen rato en el que las amigas de él tuvieron casi que sacar las pistolas del bolso y amenazar al refuerzo de campaña de navidad para que sacara más género e hiciera un mínimo esfuerzo por desempeñar el trabajo por el cual ha sido contratada, la compañera, más veterana, tuvo que salir un momento. Fue, en ese preciso instante, al salir del mostrador y dejar pasar a su compañera, cuando pudo ver la bolsa que aquel hombre llevaba en la mano: el radar de lagarta se activó y la cascada de checklist se inició.

"¿Compra en tiendas caras?" CHECKED Inmediatamente la lagarta tiene una fantasía sobre cómo sería ir con el hombre en cuestión a esa tienda y ser colmada en todos sus deseos como en la mencionada película. Un beso es muy personal pero comer carne no, eso si acaso, solo te hace engordar unas calorías; "¿Lleva colonia cara?" CHECKED; "¿Puedo identificar la colonia por el nombre de marca?" CHECKED AND ARMED; "¿Es timable?"; ¿Puedo ponerle los cuernos fácilmente?"; etc...

Ahora la dependienta muestra un interés que anteriormente no, finalmente se consigue dar con la combinación adecuada de la pulsera y, no corta, pregunta directamente quién lleva la colonia y dice el nombre. Sin embargo su bala no llega muy lejos, porque, y aunque actualmente muchas dependientas por desgracia son licenciadas que no han podido encontrar trabajo en su campo, hay muchas que están de dependientas porque es lo único que pueden ser, y creedme, se diferencian a kilómetros. 

Si para que te hagan caso en una tienda tienes que esperar que entre "tu hombre" mal vamos.


Chicas, que Pretty Woman es una película, que aunque vosotras también seáis de las que cobran por asar, o esperan algo a cambio, la realidad no es esa película, ningún caballero va a ver nada interesante en vosotras a excepción de unos minutos de gloria en el mejor de los casos, que lo que tenéis, aparte de ser unas lagartas sabladoras de cuentas, es el complejo de Pretty Woman porque sabéis que nunca en la vida podréis entrar en esas tiendas a compraros algo, que a lo máximo que aspiráis es al top manta. Y, os lo repito, las mujeres de verdad que entran en esas tiendas y se compran ropa o bolsos, lo hacen pagándolo ellas mismas, el resto, son lagartas de clase alta y llevan visitiéndolas de lagarta en esas tiendas desde niñas, son las alfa y vosotras las beta, no tenéis nada a hacer aunque igualéis o superéis sus habilidades de lengua reptiliana.

"Muero por esta estrella", "Esta es la que yo me pondría", complejo de Pretty Woman, los clientes vienen a que los asesoren en una compra para una tercera persona, no para escuchar vuestros lamentos de lagarta que espera ser rescatada. Una mujer se forja cuando se rescata ella misma de su situación y eso suele ser cogiendo un libro y estudiando, ¡ni asando, ni comiendo carne!





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