Ejemplos tenemos infinitos, desde becas en empresas en las que el becario, además de que no le enseñen nada ni tenga posibilidad de incorporarse, haya tenido que enseñarle a los saurios. Como se te ocurra decir eso en una entrevista, cualquier persona con sentido común sabe que la bronie de turno de RRHH lo va a tachar de crítico y prepotente. Así que hay que mentir, hay que inventarse lo mucho que le enseñaron a uno en esa empresa, lo agradecido que está por esa oportunidad... ¿Uno tiene que estar agradecido de que lo hayan explotado? Cuántos y cuántos casos conocéis de gente que hace prácticas no remuneradas o, en el mejor de los casos, remuneradas y no han aprendido absolutamente nada. Pero como te quejes... la lección está aprendida: ¡Crucifixus!
Tampoco faltan ejemplos en la universidad, de directores de tesis que nunca dirigieron nada (lo hicieron otras personas o se produjo el fenómeno de la "autotesis", que significa dejar al doctorando suelto en el laboratorio a ver si hace algo y escribe un artículo como por generación espotánea, cosa que sucede en la mejor universidad de España con una frecuencia mayor de lo que nadie pueda imaginar). De investigadores principales que tienen más de 2000 publicaciones pero siempre están de congreso (cualquiera que conozca de refilón el mundo de la investigación o tenga un par de neuronas, sabe que ese investigador principal lo que tiene son muchos esclavos haciéndole el trabajo). Si algún doctorando quiere acabar la tesis más vale que mantenga la boca cerrada, más si espera enfrascarse en ese camino de espinas, sangre, mutilación y vejación llamado "tenure track". Sino, ya lo sabéis: ¡Crucifixus!
La crucifixión no entiende de clases o esferas, lo mismo le ocurre al obrero que denuncia que su empresa trabaja sin las medidas de seguridad o cuando hay un accidente, nadie ha visto nada y todo el mundo calla como las "señoritas", caras o baratas. Pobre del que decida abrir la boca y decir la verdad, si no te gusta, ya sabes donde está la puerta: ¡Crucifixus!
Y, pese a todo, seguimos sin ver la auténtica lección de Jesús: que el cambio era posible y que si todos se hubieran mantenido unidos no lo habrían crucificado. Pero vivimos en un mundo de ceros en el que la traición aflora cuando algo va mal o cuando hay que dar la cara, es mejor callar y cargar con la cruz que no que te crucifiquen. Ojalá cuando apareciera un uno, un valor verdadero, todo el mundo virara en su defensa en vez de escurrir el bulto, pero es mucho mas fácil permitir un ¡Crucifixus!
Diego Velazquez (1632 )
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