jueves, 15 de octubre de 2015

Estambul, impresiones de una ciudad supuestamente europea

No pretendo ser Pierre Loti del siglo XXI, porque no he leído su obra (ni creo que vaya a hacerlo), porque el libro que más me llamó la atención y compré se perdió durante el viaje, y porque no sabía de la existencia de ese señor hasta que visité el lugar y me contaron que era un escritor muy famoso y popular en Francia.

Foto de Eyewitness Travel. 
Café de Pierre Loti: lugar casposo en el que hay buenas vistas pero se vende humo con el tema del escritor y los camareros intentan timar a los turistas cual camarero español en zona turística. Las vistas nada tienen que ver con lo que el señor Loti vio en el s.XIX porque estamos en el s.XXI.

Por cosas de la vida, que no tienen el mínimo interés y que podrían matar de aburrimiento aún más al lector que con las entradas habituales, tuve la oportunidad de conocer durante unos días la ciudad de Estambul. Cualquier fantasía que alguien haya tenido al más puro estilo las Mil y una noches, mejor que se las quite de la cabeza. Aquella zona, igual que a las ciudades de la antigüedad como, por ejemplo, Roma, ha evolucionado y poco queda de lo que mucha gente espera encontrar cuando las visita. No, ya no hay barquitos de vela, ni el cuerno de oro brilla, ni se respira tranquilidad... Para eso hemos de esperar a los viajes en el tiempo y en el CERN me parece que de momento suficiente faena tienen con las partículas.



Imágenes del Bósforo extraídas del Blog "El bazar de la retórica" 
dónde dan magníficas explicaciones históricas.

Estambul es una ciudad sucia y destartalada que recuerda a la España de hace 30 años, parques llenos de basura tirada, si algún edificio institucional o puente está iluminado siempre fallan luces, un cuerno de oro que no brilla de lo contaminado que está, palacios y edificios preciosos con sus jardines y fuentes descuidadas, paisajes idílicos perturbados por el ruido del tráfico, ese colegueo casposo en el que un guía habla con cierta persona y te saltas la cola, esos puestos de souvenirs dignos de la costa dorada... En fin, que uno se sentiría como en casa si no fuese por el Islam.

Te acercas a la mezquita azul, una mezquita que podría ser equiparable a la catedral de Barcelona (aunque los turcos no han descubierto el chollo de estafarle 7 euros al guiri que quiere visitarla o al local que quiere ponerle el cirio más grande que encuentre a San Judas de Tadeo especialista en causas desesperadas tal como encontrar trabajo digno) y te encuentras algo que ya te da mal rollo, "la policía de la fe" dando vueltas a ver qué hace la gente. Los musulmanes, 90% de la población turca, un país laico tal y como podéis observar en la estadística, lo tenían todo muy bien organizado, entrada gratis (hace 30 años en España también lo era), unas vallas para que la gente haga cola para entrar, un puesto de semi-burkas (pañuelos para la cabeza y faldas largas hasta los pies) en el que las personas y, en especial, las mujeres eran examinadas para ver si vestían correctamente. Pese a que el cartel indicaba que se podía entrar con una falda que cubriera las rodillas generosamente, allí no entraba mujer que no tuviera una falda que le cubriera hasta los tobillos.



Hace 10 años era impensable que en una mezquita turística (entiendo que son lugares de culto y que no se puede entrar de cierta forma igual que ocurre en las iglesias) las mujeres tuvieran que cubrirse con un velo, luego empezaron a exigir el velo, pero lo que ya pasa de castaño oscuro es que desde hace un año se exige además cubrirse hasta los tobillos. Señoras y señores, en cinco años exigen burka para entrar. ¿Radicalización del Islam? No, ¡qué va! Eso se lo inventan.

Y qué decir de la gran cantidad de niños y niñas sirios refugiados sueltos por el centro de la ciudad, en medio de la carretera, picando los cristales de los coches detenidos por el semáforo rojo en busca de ayuda o dinero. Aunque en este aspecto España merece callar porque hasta hace bien poco las prostitutas llegaban hasta la fuente de Canaletas y famoso se hizo el mercado de la Boquería por vender bocas, sin contar la horda de niños zíngaros organizados mejor que los pickpocket de Charles Dickens en Oliver Twist para robar a quién se despistara.

En el s.XXI se nos debería caer la cara de vergüenza  a todos los ciudadanos que hemos recibido un mínimo de educación que cosas como las de Turquía sucedan. Los niños sirios estaban tirados en la calle más o menos como en esta imagen, aun peor si cabe, ya que los coches pasaban a más de 50km/h por su lado (cosa que no se comprende muy bien porque si el 90% de la población turca es musulmana y los refugiados son musulmanes, que alguien me lo explique..).


Turquía ni forma, ni formará parte de Europa, más bien, Europa será conquistada por el imperio islamista que se nos echa encima por momentos y que extiende sus raíces lentamente por occidente, para quebrarlo y devastarlo en batallas que ni siquiera occidente ha terminado de librar, como por ejemplo la igualdad de género, la igualdad de oportunidades, el bienestar social...

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